Que irónico, lucho cada día por la libertad de mis actos y luego me dejo arrastrar por cuatro palabras salidas de tu boca.
Si tú me dices ven, lo dejo todo...
Resulta gracioso pensar que podría renunciar a cualquier cosa con tal de que tú me cogieras de la mano y me acercaras a tu corazón para siempre.
Si tú me dices ven, lo dejo todo...
Realmente me planteo si lo abandonaría todo por dormir en tu pecho, por vivir bajo tus pestañas, por descansar entre tus besos...
Si tú me dices ven, lo dejo todo...
Y pese a todo, pese a mi aparente fuerza y mi supuesta independencia creo que sí, si tú quisieras yo me iría contigo al fin del mundo, pues al mirarte siento que realmente compartimos el mismo aire y al escucharte, que podría acostumbrarme a hacerlo cada día.
Si tú me dices ven, lo dejo todo...
Pero a la vez tras toda esa sumisión que presentaría hacia tu persona queda el problema de que tú no me dices ven, no me llamas, no me esperas. Tú nunca nos ves como un uno formado de la misma madera, como una pieza sólida y conjunta, como un equipo que funciona a la perfección. No somos nosotros a tus ojos, somos tú y yo, y los míos cada día se hacen una historia diferente para acabarlo todo en un final ¿feliz?
Si tú me dices ven, lo dejo todo... Lo que pasa es que no me lo dices.
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