Sentir tanto dolor que el alma parece ahogarse en sus propias lágrimas, no es humano; que te arda el estómago y sientas como tus entrañas se van reduciendo a cenizas una a una, no es humano; que tu vida se hunda y quede fragmentada en millones de piezas que no tienen forma de ser reparadas, no es humano; que la justicia del mundo falle y que paguen justos por pecadores, no es humano; que se rompan familias y se aplasten vidas, no es humano; que haya personas que se conozcan por el dolor que se han causado, no es humano; que mueran países enteros de hambre, no es humano; que los osos polares vayan a necesitar escamas y los pingüinos tengan que aprender a volar, no es humano; la envidia, el rencor, el odio, el deseo del mal ajeno... No es humano. Los asesinatos, los robos, las violaciones, el maltrato, los acosos, no son humanos; la gente durmiendo en la calle, esos que mueren de frío en invierno; los ancianos abandonados a 40º bajo el Sol, los animales que acaban en los ríos y muertos de hambre. 

La separación que te aleja del bien, el mal que nace en las venas de todo ser vivo, no es humano y todo humano lo conoce, que la vida sea una mierda no es culpa del mundo, es culpa de cada uno de nosotros.