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14 de septiembre de 2012

Hoy tengo ganas de reflexionar bueno, más que de reflexionar de explicaros de alguna manera mis reflexiones.
¿Se puede echar de menos algo que nunca se ha tenido? Dudo que tenga algún sentido esa pregunta, que haya alguna respuesta exacta pero redondeando y borrando todos los peros os digo que sí.
¿Se puede necesitar algo con tanta fuerza que acabe doliendo? Y más que algo, ¿se puede necesitar a alguien tanto como para que tu corazón se encoja? También tendríamos mil discusiones a cerca de si la necesidad es vital o simplemente un desvarío más del caprichoso destino, por ello otra vez y para quitarnos problemas os diré que sí se puede, y llegas a sentir tres nudos divididos desde el estómago, pasando por tu corazón y anclándose finalmente en el medio de tu garganta para dejarte sin palabras cuando más las necesitas.
¿Se pueden tener ganas de llorar sin poder derramar lágrima alguna? Se puede, y es posiblemente una de las peores angustias que el mundo te puede dar. Los nervios te comen, te hunden, te levantan y te dan mil vueltas antes de dejarte otra vez tumbada en la cama, mirando al techo, tal y como estabas antes de empezar a pensar.
¿Pueden causar insomnios las inseguridades del corazón? Sí, te acabas dando cuenta de que el cansancio ya no consigue pillarte, que no necesitas horas de descanso para ser feliz, te sobra con sus palabras para ser consciente de que ya la tierra de los sueños se queda corta al lado de sus besos, tan soñados, tan deseados por tus labios. Y así tu cabeza te lleva otra vez a la primera pregunta: ¿se puede echar de menos algo que nunca se ha tenido?
De ti depende la respuesta, de ti y de todo lo que tú corazón te  indique, de todo lo que tus pies estén dispuestos a caminar por llegar a su lado.

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