Segundo pasajero que se aproxima
de la mano de un reloj oxidado.
Que cose con un hilo color sangre
el destello de cada pestaña buscando un nuevo deseo.
Tinieblas que alumbran caminos
aún más sombríos que sus propios miedos.
Que imponen un silencio tajante.
Tijeras que abren en canal a los sentidos.
Y se clavan.
Se arrodillan en tu pecho una docena
de promesas huecas y sin fondo.
Ahelos que abren fuego
y tratan de hacer de las entrañas su hogar.
Mofas y burlas,
arlequines y títeres sin cabeza
que divierten alentando al tonto
a emborronar su propio camino.
Y que al más inteligente llevan
a la codicia y autodestrucción divina.
Y finalmente
un lenguaje encriptado en suspiros
que matan más que cien cuchillos afilados.
Dudas que flotan en el aire
y afloran en la piel como
lunares bajo el Sol de primavera,
optan por al vía directa
y se dedican a apedrear los cristales
que protegen nuestra luminosa fachada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario