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17 de agosto de 2016

Buenas noches Agosto.
Aquí estamos otra vez, los dos, esperando a que el otro se decida a mover primero.
Amenazando y rescatando, a partes iguales, a esa reina que se exhibe juguetona ante la sombra del destino del magnífico león, o peón, acechando zalamero.
Recordando que hace un año el aire que acaricia mi espalda parecía menos fresco, menos dulce, en la ironía de mi Granada que arde cada mañana cuando despierta.
Asimilando que hace una semana estábamos más lejos y a la vez más cerca de lo que quizás jamás hayamos estado de tirar la toalla por la borda, y cuenta nueva. 
Entendiendo que siete cielos más tarde el corazón ha vuelto a ganarle la batalla a los delirios de mi cabeza, que danza y vuela desnuda en cuanto la razón y la vergüenza le dejan.
Parece que ahora, a la una de la mañana, sean las tres, o las cinco, o las doce de la noche incluso. Y que ni tú ni yo hayamos sido capaces de controlar lo único que siempre se nos termina escapando de las manos, que es la espera.
Hoy, en este momento, me pregunto si todavía te preocupas por mi, o si realmente te herí tanto que has sido capaz de manchar en tu mente mi cara con carbón y hacer un borrón con cada una de mis letras.
Y a veces también, me pregunto si sigo siendo la persona que creí ser durante tantos años, y que ahora me resulta tan lejana y tan extraña que me siento incapaz de determinar si realmente soy, fui o era.
Sé que mis pies siguen estando fríos, mientras mi corazón caliente desespera. Sé que la fuerza se me escapa por la boca y que mis manos carecen de voluntad o paciencia. Sé que soy débil en silencio y que nunca nadie deberá saberlo más allá de mis barreras, así que Agosto escucha lo que pienso y por favor no me juzgues por los sueños que me atormentan.
Hoy, me duele el alma, y aparece esa rima fácil que se anuda a mis dedos como lazos de seda, y me siguen costando los finales, y se siguen escapando las ideas.
Y me sigues doliendo tú, cada día, en cada sombra, cada mañana que te anhelo sin respuesta.
Y me sigues inspirando en la noche, y me sigue faltanto el aire de mi tierra.
Aún se me resiste el sueño, todavía la noche me desea, pero ahora Agosto me despido, no te duelas, pues es sabido que los lobos escapamos para aullarle a la luna llena.

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